miércoles, 10 de agosto de 2016

Desafinado.

Recuerdo que cuando era pequeña en la casa de mi bisabuela (que en paz descanse) había un piano de cola, justo en medio del estudio. Era negro con teclas blancas, algo manchadas por el tiempo, para una niña de 7 años era una cosa inmensa. No tengo una buena relación con mi madre, pero hay algo que ha marcado mi vida: mi madre tocando ese piano.

Antes no lo entendía, pero ahora que ya puedo analizarlo con detenimiento, no me daba cuenta lo especial que era la relación de mi progenitora con ese objeto negro. Podía estar horas y horas tocando la misma pieza o solo un fragmento de esta, frustrada por que para ella nunca sería perfecto. A media pieza paraba en seco, volteaba a las teclas con los ojos cerrados, respiraba profundamente y empezaba de nuevo. Más de alguna ocasión la veía desde lejos, seguía con la mirada sus largos dedos acariciando el piano y como entraba en un trance musical cuando tocaba jazz.

Diría que mi madre ama el jazz, pero en realidad creo que ama más los recuerdo que le evocan que ese estilo musical en particular. Resucita sus clases en un hotel en el centro, con su maestro de piano y su mejor amiga; el tocaba algo que para el era básico y ellas lo imitaban, así eran todos los fines de semana hasta que las clases de piano derivaron a un café y el maestro en un amigo. Mi madre podría contarme una y otra vez de las anécdotas con su maestro, un hombre de edad avanzada, ciego y con una pasión y habilidad por la música admirable, en especial por el jazz.

Era una persona de gran habilidad, posiblemente el mejor jazzista de la ciudad de aquel entonces. y aun así, se refería a sí mismo como "el perrito faldero del jazz". Mi madre lo admiraba con demasía y lo quería con ternura. Cuando le comunicaron la noticia de su muerte, algo se rompió en ella. Nunca volvió a escuchar y disfrutar de la música como antes, a veces prefería el total silencio a prestar oídos a alguna pieza que su maestro tocaba con cierta preferencia. No va a festivales de jazz, no compra discos, cuando pasan algo en la radio, la apaga. Siempre dice lo mismo "preferiría tocarlo", pero cuando tiene la oportunidad de tocar un piano, la rechaza o lo toca rápido y se va. La verdad es que nunca termina la oración: "preferiría tocarlo con mi maestro".

Me pregunto sí esa chica que tocaba en el hotel del centro se hubiera imaginado que, al final de ese amor platónico por el jazz, quedarían sólo unas partituras viejas y una niña de 7 años rogando por una pieza en el piano desafinado del estudio...


Atte:
La Dame de Versailles.

domingo, 10 de julio de 2016

Una monjita vegetariana (o el como ser lo que juraste jamas ser).

Recuerdo perfectamente mis días de secundaría, más de lo que seria sano recordar. Era una escuela grande, azul y bajo la dictadura de monjas que fácil pudieron haber conocido en persona al mismísimo Moises. Por decreto de la congregación, estas señoras cambiaban de colegio cada año, lo que significaba ver los mismos hábitos blancos vistiendo cuerpos diferentes cada nuevo curso. 

Pero de todas las religiosas que pasaron por el puesto de directora, recuerdo a 2 en especial, el día de hoy hablaré de una de ellas: La madre Betina Paz Alegría. Si, PAZ ALEGRÍA, algo de lo más curioso, el día que llegó, descubrimos que los arbustos del patio daban flores. Esta mujer nació para ser hippie o monja, evidentemente se fue por lo segundo; pero lo realmente especial es su historia y como logró un impacto en mi.

Siempre salia al patio en el recreo para platicar conmigo y mi mejor amiga, en una de esas platicas descubrimos que antes de ser monja no solo estaba comprometida, si no que ya hasta tenían los muebles y la casa... Pero 3 meses antes de la unión, canceló la boda y se metió al monasterio, su razón? Se dio cuenta que ella quería enseñar, ayudar y cambiar este mundo a su manera, por así decirlo. Mas adelante me confeso que en esa orden de monjitas tenía la opción de viajar por toda la república Mexicana (y hasta por el mundo) y eso fue lo que decididamente la convenció de ser profesa. Hablaba mucho del amor a todo el mundo, defendía ante todo a la comunidad LGBT y pobre de quien tratara de hacer un comentario homofobico en su presencia, pero no solo defendía a los humanos, si no también a los no humanos: gatos, perros, vacas, aves de todo tipo, insectos... En aquel entonces era vegetariana, pero estaba en transición a vegana.

Recuerdo que no al tomé en serio y lamentaba que alguien dejara cosas como la carne, el queso, los huevos, etc. Hoy me veo al espejo, han pasado más de 5 años y agradezco el haber conocido a persona tan excepcional que, sin ella darse cuenta, metió en mi la idea de algo que forma parte de mi y de mi vida diaria: el veganismo.

En definitiva, es curioso ver como algo de lo que una vez te burlaste e hiciste menos, llega a ser parte de tu vida. Siempre estaremos sujetos al cambio, lo único por lo cual hay que preocuparnos es si esos cambios son para bien o para mal.


Atte:
La Dame de Versailles



martes, 8 de marzo de 2016

Una tarde de dinosaurios (o como yo intenté que me gustara la danza contemporánea)

Hace unos días, caminaba por la Av. Chapultepec cuando noté un papel abrazando una viga de cemento que promocionaba la presentación de una obra de teatro/danza contemporánea, el titulo era "Cuadros de una relación violenta" o algo trágico por el estilo. Haciendo memoria, ya había visto a dicha compañía de teatro/danza ensayar esa obra en otras partes de la ciudad pero nunca había llamado mi atención mas allá de 30 segundos. A pesar de eso, decidí darle una oportunidad, ya que mi tarde estaba libre y mi animo algo decaído; un poco de teatro callejero de seguro me haría bien. Abrí mi agenda mental y anoté: martes 8 a las 6pm en Av. México. 

Salí de mi casa con una falda de Angelic Pretty con fresitas, botines negros, blusa blanca, un sombrero rojo, cinturón negro entallando mi cintura y una bolsa rosa de Hello Kitty. Después de 20 minutos en camión, 4 cuadras caminadas y 8 comentarios de extraños comparándome con Rosita Fresita, llegue al lugar citado 5 para las 6. Ya habían instalado 3 escenarios: una manta grande y blanca en el suelo, con zapatos rojos esparcidos (creo yo) al azar por la manta, a los 3 metros unos cuadros con frases escritas en rojo colgando ordenadamente sobre otra manta(algo hablaban de la violencia y la corrupción, pero el viento las movía y no se podía leer bien) igual de grande que la anterior. El último escenario eran 5 sillas de madera blanca, sabías los limites del escenario por unos estambres que formaban un cuadrado. Ese día hubo vientos bastante fuertes, por lo que atrás de las sillas había un árbol de unos 5 metros caído y siendo hachado en partes por un oficial de vialidad, el efecto audiovisual era bastante entretenido. 

Pasaron alrededor de 20 minutos antes que llegaran 4 bailarinas aplaudiendo y 2 muchachos en traje tocando el acordeón; se dirigieron al 1er escenario, un muchacho ajeno a estas últimas 6 personas entro en el cuadro con sillas y dio la introducción: eran un grupo de Bogotá y estaban ahí gracias a una beca de su gobierno. Después de ese corte informativo, las 4 chicas iniciaron un jueguito de "robalelasillaalchicodelacordeon" y terminaron con un baile en parejas representando a un hombre y una mujer en una relación violenta (eso entendí yo, puede que este mal, pero bueno). Los muchachos del acordeón nos hicieron señas para ir al siguiente escenario (los cuadros con la manta), pero cuando llegamos, recordé un pequeño detalle: no me gusta la danza contemporánea. 

Abandone el lugar, caminé 8 cuadras al son de comparaciones con el dibujo infantil, hice 20 minutos en camión, llegue a mi casa, me puse una pijama, me acosté y abracé a Rutherford ( mi T-Rex de peluche). 


Atte:
La Dame de Veresailles